En 1964 Luigi Nono escribe su ópera «La fabbrica illuminata». En ella registró material
acústico de los procesos de fabricación en los altos hornos de la fábrica de acero Italsider
y grabó también las voces de los trabajadores. Nono dedicó la ópera a los obreros de
aquella fábrica para denunciar además sus duras condiciones de trabajo.
Pocos años después, en 1972, frente a una de las sedes de la misma empresa Italsider,
Pier Paolo Pasolini, entrevista a un obrero en paro sordo. A las preguntas del director
(cuántos desempleados son, contra quién protestan…) el obrero responde no tanto en
lenguaje de signos sino con la pura expresión de los gestos de una lucha abierta. La
escena fue criticada entonces por algunos militantes por considerarla una imagen
degradante.
En la pieza «Il gesto illuminato» la artista traduce los gestos de aquel obrero en incisiones
grabadas con unos guantes de uñas-punzones sobre la superficie de una plancha de
acero como aquellas que fabricaba Italsider. La repetición durante horas de esta acción y
el registro de su sonido, convierte el gesto iluminado de aquel obrero sordo en el posible
diagrama audiovisual de una lucha no solo obrera sino también de algunas otras luchas y
voces paralelas que quedaron invisibles y en silencio.