Los cuatro músicos que componen el Cuarteto Matrice se han formado en instituciones como el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, el Centro Superior Katarina Gurska o la Royal Academy of Music of London. Continúan su formación con Igor Sulyga, violista del célebre Kopelman Quartet. Han sido seleccionados para el programa MusaE 2017 promovido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que les llevó a actuar en el Museo Sorolla (Madrid) donde más tarde mantuvieron un ciclo de conciertos en la siguiente temporada bajo el patrocinio de CNP Partners. Han realizado conciertos en salas de Madrid como El Club Matador, Palacio de las Alhajas, Palacio de Neptuno, Teatro Goya, Fundación Olivar de Castillejo, Fundación Carlos de Amberes, etc. y en otras ciudades como Barcelona, Sevilla y Bilbao. Se han presentado en festivales de música como Clásicos en Verano de la Comunidad de Madrid 2020 y San Isidro 2018.
Iria do Castelo diseña la escenografía del concierto «Ombra di Suono»:
«En mi aproximación al proyecto trato de establecer un diálogo plástico entre el espacio propuesto, con toda la carga e intensidad que posee, y las piezas que se interpretarán de W. A. Mozart (Requiem Aeternam), Scianto Scelsi (Cuarteto para cuerda nº 3) y Voro García (Ombra di suono nella memoria).
La Iglesia de las Capuchinas rinde culto a la Virgen de la Esperanza, figura arquetípica que nos lleva al antiguo culto a la feminidad y a la fertilidad, ya que se trata de una virgen en cinta que preside el retablo tras el altar. A nivel conceptual, y continuando con mi narrativa reciente, la figura central del montaje será de nuevo un culto a lo femenino ligado a su tradicional relación con la fertilidad y por consiguiente con la natura y sus ciclos. Se trata de un montaje instalativo site specific que dialoga con el espacio y con la línea narrativa propia de los espacios de culto religioso, pero también con las texturas sonoras de las obras que se interpretarán. Así, hay algo de siniestro, quizás algo de oscuridad que atraviesa las piezas escogidas de los tres compositores. Me interesó especialmente la característica espectral de la pieza de Scelsi y los jugueteos ácidos y delicados en los timbres de las cuerdas de Voro García, lo que trasladado a mi lenguaje plástico se traduce en una figura reiterada, arquetípica, del elemento femenino trasmutado y metamorfoseado en naturaleza. Convirtiendo así este espacio de rito, por medio de un montaje escénico, en una experiencia que nos lleve a antiguos cultos primitivos, manteniendo así una estética mística y barroca que posee tanto el espacio como los sonidos de alguna de las piezas del concierto.»